Fe
lunes, 4 de julio de 2011
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Si no tenemos fe en la promesa de un futuro mejor para nosotros, de la mejoría de nuestra familia o del, tal vez, buen resultado ante una decisión tomada, no debiéramos emprender el duro camino y los dolores comprendidos en el crecimiento espiritual. Pero a medida que pasa el tiempo, podemos desalentarnos gradualmente por lo largo del proceso.
Nuestros espíritus pueden enfriarse por los altibajos del camino, y sentimos que nuestra fe retrocede en vez de fluir.
Algunas personas dicen haberse librado instantáneamente de sus vicios o problemas, pero la mayoría necesitaremos fe y paciencia para heredar la promesa de una nueva vida, de un nuevo comienzo o de un crecimiento.
El autor de hebreos escribe: ‘’ A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan promesas’’
Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham… Juro por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicare grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzo la promesa’’ (Hebreos 6.12-15)
El punto clave aquí es que Abraham espero veinticinco años para ver cumplida esa promesa.
Mientras esperaba, hubo ocasiones cuando se mostro impaciente. En cierto momento las cosas en sus propias manos al tener un hijo de una segunda mujer. Quizá a veces se cuestiono si de veras había recibido tal promesa.
Aun se reía con incredulidad cuando se le dijo que la promesa estaba próxima a cumplirse. Pero por fin la recibió y al final de su vida ‘’Jehová había bendecido a Abraham en todo’’ (Génesis 24.1)
¡Sigamos adelante con paciencia! El hecho de que generalmente el crecimiento espiritual requiere de tiempo, no significa que nuestra fe sea en vano.
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